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Mostrando entradas de agosto, 2014

Roce de cuerpos, danza de pensares.

Mientras olfateaba, su boca se entreabría con lentitud, Se reía en silencio cuando yo emblanquecía la vista. Tragaba saliva mientras admiraba su cuerpo, No resistí más y probé su piel, dulce intenso, eso era. Respirar se hacía difícil, pues palabras cortas imploraban ser dichas, Nada era preciso, cada acontecer era improvisado. Su visión colisionó con la mía intensamente, Ambas mentes danzaban entrelazándose con fervor. No pude adivinar en qué pensaba, Sus oscuras pestañas connotaban cosas distintas con cada segundo. Subió la última parte de su ropa antes de irse, Y sentí celos por cómo la misma acariciaba sus piernas. Antes de cerrar la puerta se volvió a mí; caí rendido sobre la cama, El techo de pronto se confundía con las puertas del cielo. Ahora tengo miedo de olvidar el olor de su cuello, Pienso constantemente en esa fragancia con una sonrisa torcida. No puedo sacar su nombre de mi mente, Y eso desde el mismo momento en el que lo

Pasos efímeros.

La silueta de sus pasos se ve alargada en un gran muro Cada escalón que sube cuenta una anécdota azarosa. Se ve que ha vivido, se ve que ha sufrido Pero sobre todo… se ve su dificultad al caminar. No es una pierna atrayente, es más bien huesuda y sin alientos ¿Por qué me siento atraído? ¿Debe el destino exigir razones, acaso? Los rayos quemantes del sol iluminan la escalera Una subida corta, pero en su caso podría significar infinidad. Nunca estuve cerca de aquel rostro perfilado Y aun así puedo sentir su aliento cálido… cansino… lento. Cuando pasa sus dedos entre sus finos cabellos Aclama piedad, suplica por miradas sin pesar. Le observo deseoso de invertir la dirección de sus pupilas No quiero que siga mirando el suelo donde caen sus lágrimas. Merece tener la quijada en alto, sin importar la energía invertida Pues su desespero, debería camuflarse de ganas por mantenerse en pie. Extrañezas van y vienen, como sus rodillas que danzan sin