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Mostrando entradas de septiembre, 2018

Tan sólo un recuerdo

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Todo indicaba que era un día como cualquier otro de octubre, las hojas caían en destellos naranja y tonos enrojecidos, el camino estaba silencioso, a menos que se le prestara atención al aleteo de algunas aves asustadizas. La carreta empezó a sacudirse y los caballos con los sentidos alerta se detuvieron de golpe. ¿Quién era? El último ser humano que había visto estaba a cuatro días de camino y según los rumores que había escuchado no vería a otro en un par de días más. ¿De quién era la risa que venía de detrás de los árboles y hacía eco entre el vacío? ¿Quién había logrado alterar a mis caballos con quiénes ya había ganado difíciles batallas? No me quería quedar con ninguna intriga. Bajé de la carroza y acaricié a mis bestias, se tranquilizaron. Escuché otra risa que se confundía en medio de la neblina y ya no sabía si ver o escuchar. Pero, cuando menos me percaté, algo vino a mí y me susurró al oído: “Eres mío". Me petrifiqué. Corrí hacía dónde yacían mis hermosas bestias, n

Enseñanzas

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Me enseñaste a sentir cosas intangibles, casi tan intenso como cuentos irreales. Me enseñaste a sonreír atemporalmente, bastaba una sílaba para invocar la dicha. Me enseñaste a imaginar lo imposible, ahí estaría yo, junto a ti, sin más necesidades. Me enseñaste a tener fe en mí mismo, eliminaste juicios que nublaban mis senderos. Me enseñaste que la fealdad no existe, sentía que mirabas más allá de la piel. Me enseñaste a escuchar con atención, aún cuando las palabras poco importaban. Me enseñaste a cometer errores, valió la pena perder de vez en cuando el orgullo. Me enseñaste a mirar fijamente a los ojos, mi sangre fluía con prisa al perderme en los tuyos. Me enseñaste a desear sin escuchar rumores, cada beso de ti era gloria infinita. Me enseñaste a confiar ciegamente, me podía lanzar al vacío y caer salvo en tus brazos. Me enseñaste a palpar la desdicha ajena, mi corazón anhelaba tu regocijo. Me enseñaste a dud