Roce de cuerpos, danza de pensares.
Mientras
olfateaba, su boca se entreabría con lentitud,
Se reía en
silencio cuando yo emblanquecía la vista.
Tragaba saliva
mientras admiraba su cuerpo,
No resistí
más y probé su piel, dulce intenso, eso era.
Respirar se
hacía difícil, pues palabras cortas imploraban ser dichas,
Nada era
preciso, cada acontecer era improvisado.
Su visión colisionó
con la mía intensamente,
Ambas mentes
danzaban entrelazándose con fervor.
No pude
adivinar en qué pensaba,
Sus oscuras
pestañas connotaban cosas distintas con cada segundo.
Subió la
última parte de su ropa antes de irse,
Y sentí
celos por cómo la misma acariciaba sus piernas.
Antes de
cerrar la puerta se volvió a mí; caí rendido sobre la cama,
El techo de
pronto se confundía con las puertas del cielo.
Ahora tengo
miedo de olvidar el olor de su cuello,
Pienso
constantemente en esa fragancia con una sonrisa torcida.
No puedo
sacar su nombre de mi mente,
Y eso desde
el mismo momento en el que lo inventé.
Luiggy Guillén.
Comentarios
Publicar un comentario