Ladrón de espíritu
Arribé sobre su techo construido de convicciones
Y mi andar no se empapó de sigilo alguno.
No quería interpretar la cautela y ser invisible
Quería causar que su esqueleto se estremeciera.
Noté su mirada de miel espesa, temerosa
Y di un paso adelante con una mueca en el rostro.
No quería provocar su escape y perder su esencia
Quería que sus músculos se hicieran inmóviles.
Escuché que su voz mutilada decía media palabra
Y mi piel se hizo añicos por un segundo.
No quería que sintiera cercanía y serenidad
Quería que todo su miedo le acelerara el corazón.
Pronuncié dos palabras con la calma de por medio
Y noté cómo su cuerpo se transformó en un sismo.
No quería que se estropeara su alma y se fuera al vacío
Quería ser el único ladrón de su espíritu.
Acaricié sus mejillas mientras desvestía su cuello
Y sentí cómo sus brazos se hicieron textura.
No quería provocar más sufrimiento y motivar el llanto
Quería poner en una balanza cada sentimiento suyo.
Apreté su mano con fuerza saltando al pavimento
Y sus rodillas tambalearon tras la larga caída.
No quería esclarecer mis intenciones y acelerar el paso
Quería que camináramos seguros de que yo era un ángel.
Miré gotas de agua helada que cubrían el suelo gris
Y no se percató del rastro rojo que dejaban sus pasos.
No quería que apreciara el placer en mí y se hiciera dudas
Quería convencerle de quedarse junto a mí mientras sangraba.
Toqué su espalda y supe que su cuerpo estaba intacto
Y ya no recordó más mi traumática llegada.
No quería dejarle en soledad y con un pecho vacío
Quería que nada corpóreo quedara visible.
Congelé mi alma cuando uní la suya a la mía
Y ya no pude ver nada dulce que invadiera sus pupilas.
No quería sentir arrepentimiento y alzar el vuelo en retorno
Quería entender por qué ahora la presa era yo.
Luiggy Guillén
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