La eterna búsqueda.



Todo ser humano desde sus inicios tiene una constante preocupación por el futuro, de eso muy pocas personas se salvan. Si bien es cierto que aspirar ser “alguien en la vida” es importante, también habría que conocer todo lo que eso acarrea. No pretendo ser un experto en la materia, pero a mi edad creo que puedo formular un comentario con el que más de uno se podrá identificar

Estando en la primaria era casi nula la situación que nos hacía pensar en una etapa más adelantada, en mi caso creo que en la niñez poco me sucedió. Sin embargo, con la madurez vienen las preocupaciones. Y no hablo de una madurez como tal, más bien me refiero al crecimiento que poco a poco nos va sucediendo, pero que del cuál casi nunca nos enteramos.

Decidir qué hacer con nuestras vidas puede resultar un desafío más que agotador, pues hay muchos factores que influyen en su complicación: La familia, los amigos, lo que nos gusta, no saber lo que nos gusta, el dinero, la distancia, y otros tantos. Lo que a continuación diré podrá parecer demasiado cliché, pero cierto… No hay nada mejor que hacer lo que nos satisfaga por completo, y es ahí donde se complica aún más.

Las decisiones que tomamos en la adolescencia son claves en la influencia de nuestro futuro, si bien todo tiene remedio y también “de los errores se aprende”, también es muy real que cada cosa que hagamos formará indiscutiblemente parte de nuestras vidas el resto de la misma. Ahora, un consejo no está de más ¿verdad? Me limitaré a titularlo con una frase sencilla y también conocida: Sean ustedes mismos. Sí, tan sencillo como eso señores.

 En el bachillerato cambiar de idea sobre qué estudiar resultará sencillo… Total, nada es cierto del todo y es considerado como algo normal. En mi caso primero fue ingeniería, luego medicina, pasando por odontología e incluso arquitectura, para terminar en diseño gráfico y seguir en la búsqueda. ¿Por qué? Porque cometí un error grave desde temprano y ese fue el dejarme influenciar demasiado. Puede parecer egoísta, pero no hay nada mejor que enfocarse en uno mismo y nadie más, sobre todo en los momentos de la toma importante de decisiones.

Un examen de vocación podrá indicar a qué tienes afinidad, pero no es exacto. No pretendo confundir a las personas con lo que estoy escribiendo, pero hablo desde la experiencia y la observación de varios casos cercanos.

¿Qué hacer si la familia no acepta lo que deseo para mí? Es simple, pero muy desgarrador a la vez: No hay que hacer caso. La vida no se trata de lo que los demás planean para uno mismo, se trata de lo que nosotros queremos construir en ella. Nuestros padres por lo general desean algo provechoso para sus hijos, y sí, económicamente hablando. ¿Pero qué pasa cuando nuestra afición no está dentro del estándar “Ganar dinero”? Simple, parecerá que nos estamos echando la soga al cuello.

Ese es el punto en el que toca decidir entre estudiar lo que mi mamá y papá desean y tener su apoyo, o estudiar lo que me apasiona y salir del nido. Nuevamente la respuesta no es tan complicada, y hasta creo que ya lo he mencionado: Hacer lo que tú quieres. Ojo, estoy enfocándome ahora mismo en el tema de la preparación académica; no vaya a ser que salgan de aquí gritando “¡Fumaré droga porque me hace feliz!” No, no es a lo que me refiero, las cosas destructivas quedan totalmente aparte. Drogas, suicidio, crímenes y etecé no están dentro del plan de nadie. La idea es darle sentido a la vida, no quitárselo de una sola manotada.

A Todos les toma tiempo encontrarse. Discutir constantemente en casa, y hasta frustrarse a niveles muy altos sucederá constantemente, pero valdrá la pena. El punto en el que te sientes conforme contigo mismo es bastante insuperable en cuanto a experiencias. Yo corrí con la suerte de que al final tuve el apoyo familiar necesario, pero a los que no lo consiguen les diré lo siguiente: Luchen, nunca se rindan. Ninguna meta es fácil de conseguir, ningún trofeo valioso estará al final de un camino sin obstáculos.

Es dinero es importante, todos lo sabemos, pero nada podrá ser más valioso que la constante alegría de experimentar que hacemos lo correcto. No para darle gusto a nadie, sino para darse gusto a sí mismo.

A los más chicos y también a los jóvenes contemporáneos conmigo les puedo asegurar: Ningún consejo, ninguna prueba, ningún regaño servirá más para enfocarse que el tortuoso camino de las experiencias, ese es el único que a fin de cuentas les ayudará a conseguir lo que todos buscamos: Algo por lo cual sentirse satisfecho.

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